quinta-feira, 4 de outubro de 2012

Vamos articular a Inteligência com a Miséria


Esse texto do Boff fala de educação. Não essa que fazemos ou que dizemos que falta, fala de uma nova forma de aprender! De uma união Universidade e sociedade civil criando novos caminhos para nossa vida. Sonho com isso! Educadores, no sentido pleno vamos ouvir esse nosso líder para novos tempos!


Articular la inteligencia con la miseria

04/10/2012
LEONARDO BOFF

A partir de los años cincuenta del siglo pasado se fueron formando en Brasil, en el seno de la masa de los desposeidos, movimientos sociales de diversa naturaleza pero todos con el sueño de refundar Brasil, construyendo una nación autónoma y no una gran empresa agregada y al servicio del capital mundial. Esa fuerza social ganó dimensiones transformadoras cuando se dio la alianza entre estos movimientos populares con los intelectuales que, no perteneciendo a las capas oprimidas, optaron por ellas, asumieron su causa, apoyaron sus luchas y participaron de su destino, a veces trágico, por estar marcado por persecuciones, prisiones, torturas, exilios y muertes, como está siendo mostrado ahora por la Comisión de la Verdad.
Con esto la “inteligentsia” brasilera comenzó a pagar una enorme deuda social paracon el pueblo. Pero esa alianza siempre necesita rehacerse y ser consolidada, especialmente ahora que uno de sus representantes llegó a la presidencia y consiguió avances político-sociales nunca antes realizados. Sobre él recae todo el peso del prejuicio de clase. De ahí la furia con la que está siendo atacado con el objetivo de acabar con su liderazgo y su resonancia mundial.
Hoy más que nunca, las universidades, donde se forman los intelectuales, ya no pueden ser reducidas a macroaparatos de reproducción de la sociedad discrecional ni a fábricas formadoras de cuadros para el funcionamento del sistema imperante. En nuestra historia patria han sido también siempre un laboratorio del pensamiento contestatario y libertario. Esto constituye su misión históricapermanente que debe acelerarse hoy, dado el agravamiento de la crisis general en el mundo.
El mayor desafío es consolidar los avances sociales y populares ya alcanzados. Por eso la nueva centralidad reside en la construcción de la sociedad civil a partir de la cual los anónimos e invisibles dejan de ser lo que son y pasan a ser pueblo organizado. Sin este tipo de ciudadanía no habrá base para un proyecto de reinvención de Brasil como una democracia social, popular y cotidiana. Para alcanzar esta meta histórica se hace urgente el encuentro de la universidad con la sociedad.
Ante todo, es importante crear y consolidar una alianza entre la inteligencia académica y los condenados a la miseria y a la pobreza. Todas las universidades, especialmente tras la reforma de su estatuto por Humboldt en 1809 en Berlín, dieron a su cuerpo los dos brazos que hasta hoy las conforman: el brazo humanístico que viene de las viejas universidades medievales y el científico-técnico que creó el actual mundo moderno. Ellas se han vuelto el lugar clásico de la puesta en cuestión de la vida, del hombre, de su destino, de la cultura y de Dios. Las dos culturas –la humanística y la científico-técnica– van dejando de coexistir y se intercomunican en el sentido de tomar en serio su contribución a la gestación de un país con menos desigualdades e injusticias.
Las universidades son urgidas a asumir este desafío: las distintas facultades e institutos tienen que buscar un enraizamiento orgánico en las bases populares, en las periferias y en los sectores ligados directamente a la producción de los medios de vida. Aquí puede establecerse un intercambio fecundo de saberes, entre el saber popular, hecho de experiencias, y el saber académico, fruto del estudio y de la investigación. De este intercambio puede surgir la definición de nuevas temáticas teóricas y prácticas y la valoración de la riqueza del pueblo en su capacidad de solucionar sus problemas.
Esta actividad permite un nuevo tipo de ciudadanía, basada en la conciudadanía: representantes de la sociedad civil y de las bases populares así como de la intelectualidad toman iniciativas autónomas y someten al Estado a un control democrático, reclamándole servicios para el bien común. En estas iniciativas populares, sea en la construcción de casas mediante la colaboración vecinal, en la búsqueda de medios para la salud, en la forma de producción de alimentos, en la contención de tierras sueltas para evitar derrumbes y en otros mil frentes, los movimientos sociales sienten la necesidad de un saber profesional. Es donde pueden y deben entrar la “inteligentsia” y la universidad, socializando el saber, proponiendo soluciones originales y abriendo perspectivas, a veces insospechadas, para quien está condenado a luchar sólo para sobrevivir.
De este ir y venir fecundo entre pensamiento universitario y saber popular puede surgir un nuevo tipo de desarrollo adecuado a la cultura local y al ecosistema regional. A partir de esta práctica, la universidad pública rescatará su carácter público, será servidora de la sociedad y no solo de aquellos privilegiados que consiguieron entrar en ella. Y la universidad privada realizará su función social, ya que es en gran parte rehén de los intereses privados de las clases proprietarias e incubadora de su reproducción social.
De ese casamiento entre “inteligentsia” y miseria nacerá un pueblo liberado de las opresiones para vivir en un país más justo donde sea más fácil el quererse y el amor.

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